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¡Whoa Chile amarilló! (8)

Chile jamás despertó, las personas que se encontraban saltando y gritando al lado tuyo en la Plaza Dignidad nunca abrieron los ojos, hasta el día de hoy tienen los ojos cerrados. Estuviste codo a codo con fascistas de corazón que aparentaban para tener vacaciones y carretear. Jamás vieron nada, por eso no despertaron, siempre con los ojos cerrados, sólo se les habrían podido abrir a punta de perdigones, sólo perdiendo sus ojos hubieran podido ver.

Saramago tiene razón, todos estamos ciegos, la gente puede ver, pero no mira.

Esta plaza es un símbolo del fascismo, de como las mayorías con tal de sentir un poco de poder como sus amos empresarios buscan reprimir a las minorías. A la mayoría, el pueblucho, no le molesta ser pisado con tal de poder pisar a alguien más. Y ese alguien más lo cumplimos las disidencias sexuales, las minorías raciales, el pobre letrado, y las personas de ideas radicales. Por eso defienden con tanto fervor a la Pikachu, y al oportunista de turno, porque esos amos les dan el poder de pisotear a familias de presos políticos, a anarquistas, a esas brujas lesbianas que tanto les espantan, y a un sin fin de identidades que les parecen peligrosas por su divergencia y capacidad de razonar más allá. La plaza no es del pueblo, es del fascismo, porque a ese pueblucho le molesta ver a las minorías tomando La Dignidad sacando a oportunistas políticos, prefieren verla en manos de la policía o de las arañas negras. De toda rama del fascismo se le ve rondando la Plaza Dignidad sin una queja de la mayoría, pero apenas las minorías se apoderan de ese espacio, ese pueblucho tibio, que fue progre en la revuelta, que cantó Chile despertó a tu lado, se da vuelta la chaqueta y se transforma en la peor encarnación de Mussolini para enjuiciarte, tildarte de flojo y mandarte a la cárcel.

Si el espacio no es de todas, todos y todes, no es de nadie.

Esta foto es de Azuleres, como compartimos la cámara ese día, se me traspapeló.